Los
sevillanos nos movemos más por el tiempo que por el espacio. Rodrigo Caro acostumbraba
a decir: "No he navegado en mi vida más que de Sevilla a Triana".
Hubo un tiempo, muy lejano, en que las Cofradías trianeras no cruzaban el río.
Hacían la estación de penitencia a la Real Parroquia de Señora Santa Ana, la
Catedral trianera. Pero está bien que María salga a visitar a prima Isabel una
vez al año. Qué inmenso honor. Y la Estrella incomparable, desde su observatorio de amor de
San Jacinto, polarización de devociones, se viste de Domingo de Ramos, coge el
camino más corto, el más recto, y se planta en Sevilla, que le dice:
"Bendita Tú entre las mujeres. (...) Pero ¿cómo es posible que la Madre de
mi Señor venga a visitarme?". Y esta salutación de sorpresa, júbilo,
entendimiento, cariño y complacencia va a repetirse el Lunes ante la Hermandad
de San Gonzalo, donde Triana enriquece su trianerismo, y en la Madrugá
esperanzada, y en el Viernes nazareno y expirante.
¿Qué es
Triana, un milagro o un regalo?
Allí por
donde va deja su huella.
Ilumina las
calles con la Estrella
y trae la
Salud de San Gonzalo.
Y entre
tanta hermosura, un intervalo
para soñar
con la Esperanza aquella.
¿Conoce
Cristo cuál es la más bella
mientras
expira en un sangriento palo?
Dos equilibrios,
dos serenidades:
Patrocinio y
La O. Y un Nazareno
que desata
la fe de los cofrades.
Y un
Cachorro que llega a la Campana
y nadie
frente a Él se siente ajeno,
que el cielo
aquí se explica con Triana.
Desde la
óptica figurada se ha conjeturado sobre si el Cachorro muere en Sevilla o en Triana.
Pero nadie lo ha visto muerto. Y es que este Cristo no acabará de morirse nunca.
Está tan dentro de nuestra vida que seremos nosotros los que traspasemos la última
Thule antes que Él, porque el Cachorro, rezagado en una agonía interminable, seguirá
interrogando a la niebla letal que se cuela por su ojo derecho, mientras con el
izquierdo nos adelanta el preanuncio de la resurrección.
Triana es
para el pregonero, aparte de sus Hermandades y Cofradías, el encuentro con el
tiempo perdido, sus catorce años, el amor, el paseo en barca, el corral de
vecinos, el patio, la cita, la novia, la cucaña, la misa en Santa Ana, el gozo
de vivir, en suma.
Sé donde la
vida empieza,
no donde la
vida acaba.
Los gitanos
en la Cava
y Ella en la
calle Pureza.
Tres veces
Cristo tropieza
al salir de
la besana.
Y la dulce
Capitana
quiere
llevar el madero.
Ay, Señor,
¿por qué la quiero,
si yo no soy
de Triana?
Después de
cruzar el puente
y visitarla
en su casa,
yo no sé lo
que me pasa
que me
siento diferente.
Si la espada
del relente
corta en
sueño a la mañana,
mi sangre se
hace campana
por su nudo
marinero.
Ay, Señor,
¿por qué la quiero,
si yo no soy
de Triana?
Esperanza
Trianera.
- Pregón de la Semana Santa de Sevilla. 2000.
Joaquín Caro Romero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario