Amargura, tú
no vales
más por los
hilos de Ojeda,
porque no
hay oro que pueda
competir
porque lo iguales.
Los
faldones, los varales
en nada los
tengo, en serio.
Aunque
parezca un misterio
tú no eres
Amargura.
El nombre es
solo envoltura,
sacristía y
presbiterio.
Tu nombre
todos lo dicen
como el que
dice quebranto,
y al
nombrarte el Lunes Santo
te
recuerdan, te bendicen
desde la
cruz hasta el manto.
Y la marcha,
y los claveles,
y San Juan,
y la corona...
Todo eso es
Amargura,
y para mí es
otra cosa.
Amargura es
una ojiva,
y una reja y
un cancel,
que enseña a
través de él
a María en
perspectiva.
Para mí,
Amargura es él,
Antoñito, el
sacristán,
por quien
las puertas están
abiertas a
quien nos llama.
Amargura es
una rama
de rosal del
arriate.
Amargura es
que yo trate
de pasar en
Marzo y sienta
que está
fallando la cuenta
en cuanto el
manto delate
(porque a la
puerta se enfrenta)
que después
del retranqueo
me está
esperando un paseo
de
veinticuatro quilates.
(...)
Francisco Javier Segura Márquez - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2013.
¿Adónde va esa Estrella que cruza
como un escalofrío
por entre niños y globos y almas en
estado asombro?
¿De qué firmamento ha huido para hacerse mujer en Triana?
¿De qué firmamento ha huido para hacerse mujer en Triana?
¿Qué hijos del cielo la están
llevando a hombros?
¿Qué extraña y temblorosa filigrana
danza en mis labios cuando la
nombro?
Va a Sevilla.
Va a Sevilla.
Viene de San Jacinto y a San Jacinto
mira.
Quiere volver, atravesar su Altozano
y una cava y una calle.
Y tantas vidas
tanto planeta temprano
que la espera de recogida.
¿Quién dijo que una Estrella
era un brillo lejano
nacido en alguna huella
de un firmamento quebrado?
Quién dijo que están remotas
de Sevilla las estrellas
si aquí hay una que alborota
con su cara de doncella
con su nombre de lucero
de esos que el cielo regala
las noches en las que espero
con los sentidos en danza.
Se me abalance la luna clara
y la luna no se abalanza.
Con ese llanto que alcanza
la espalda de una emoción.
Lágrimas de redención
de este largo laberinto.
Es el llanto de una estrella
que en el cielo dejó huella
y que vive en San Jacinto.
Carlos Herrera Crusset - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2001.
El Cachorro
vive, no muere en Triana;
se
aviva en la brisa del Charco la
Pava
con la gente suya que eleva
plegarias,
si con los silencios,
si con las palabras.
Ya en calle
Castilla, rumorosa y larga,
no encuentra
horizontes y la luz le falta
cuando
duele el aire tibio de Triana.
Sevilla es la puerta solemne y
lejana.
¡Ay, qué espesa sangre de la
frente mana!
¡Qué borroso y
bruno perfil de Giralda!
Florecen los clavos en las manos blancas
mientras que se agita la voz que se apaga.
Florecen los clavos en las manos blancas
mientras que se agita la voz que se apaga.
Murieron los gritos en
siete palabras
y ya quiere Cristo cerrar este drama.
y ya quiere Cristo cerrar este drama.
Ignacio Montaño Jiménez - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 1997.
SOLEDAD DE
SAN LORENZO
Junto a tu cruz se consume
Junto a tu cruz se consume
de aquel
gozo su perfume
y todo
vuelve al comienzo.
La plaza
queda en silencio
cuando
entras Madre mía.
Mas no estás
sola María
que en
compañero me erijo
y al
quererte como un hijo
tu Soledad,
es la mía.
Tu soledad
es la mía
y juntos
Madre tú y yo
con la
fuerza de tu amor
deshojaremos
los días.
Volverá la
algarabía
y aquella
emoción que ansiamos
y aquella
luz que estrenamos
en tarde de
primavera
volverá con
la primera,
¡Será
Domingo de Ramos
y atrás se quedará la espera!
y atrás se quedará la espera!
Ignacio José Pérez Franco - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2012.
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