Como Tú ninguna
Estrella de la mañana
de morena de juncal
y de Gracia sevillana.
Pero como Tú ninguna,
porque Tú eres la Giralda
en repique de alegría
por los caminos del alba
y también Torre del Oro
entre espumas recamada,
y Guadalquivir de encajes
con orillas de esmeralda,
porque en su cauce navegue
tu pena de sal amarga.
Pero como Tú ninguna,
porque Tú eres la bandera
del candor y la ternura,
en el mástil de esta tierra
rincón de amor y ventura,
y eres su calle de cielo,
y eres su plaza escondida,
y eres cristal de sus fuentes,
y eres luz de esquinas,
y eres flor de sus jardines,
y eres venda de su herida,
y eres su escudo de gloria,
y eres sangre de su vida,
y eres árbol de su sombra,
y eres rosa de su espina,
y eres ala de su vuelo,
y eres campana en su arista
y eres perfume en su ambiente,
y eres color de sus días,
y eres copla en sus sentires,
y eres su faro y su guía.
Por eso a Ti Macarena,
tallada en jardín de brisas
con las gubias celestiales
del dolor y la sonrisa,
te hicieron la Soberana
de las Legiones Divinas,
te coronaron de estrellas,
te proclamaron Bendita,
y te bajaron los ángeles
para dejarte en Sevilla.
Por eso Reinas habrá,
pero como Tú ¡Ninguna!
Antonio Rodríguez Buzón - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 1956.
¡Que me la
paren delante,
que el
llamador sobre el yunque
dando un
golpe seco, trunque
paseo tan
elegante!
¡Que al
detenerla un instante
pierda un
momento el compás
mientras
choca una vez más
la plata con
los dragones,
y la malla y
los borlones
echando un
pasito atrás!
¡Ole, guapa,
trianera!
dirá la
bulla aplaudiendo.
Yo me estaré
deshaciendo
de amores en
la ribera.
Saber la
esquina quisiera
y la justa
coordenada,
pero navega
llevada
por la brisa
traviesilla
y es la
brújula Sevilla
sobre su
ruta marcada.
¡Que me la
paren delante,
que la mire
y me embelese,
que me
emborrache de luces
y me
embriague su duende!
¡Que me dé
tiempo de verla
y de sentir
que me envuelve,
y de
encontrarme prendido
ya sin
remedio en sus redes!
¡Que me dé
tiempo a rezarle,
como si
tiempo no hubiese,
trianero Ave
María
que me ha
enseñado su gente!
¡Que me dé
tiempo a acordarme
de aquel
rincón de Diciembre,
cuando la
tuve delante,
desprendida
y elocuente,
cuando tuve
la osadía,
con estas manos
infieles,
de quitar,
casi en secreto,
ese alfiler
de su frente!
Y así,
cuando en los recuerdos
yo me
ahogara y me perdiese,
y no supiera
volver
del corazón
al presente,
que
aproveche el capataz,
llame al
paso y se la lleve.
¡Llévatela,
porque siga
bendiciendo
a quien se encuentre,
porque siga
siendo puerto,
siendo río y
siendo puente,
y siga
siendo Triana
mientras
Triana la espere!
Yo soltaré
las amarras,
y veré cómo
se encienden
las velas
que con el viento
se apagaron
consumiéndose,
las llamas
en esta hoguera
de amores en
que te mueves.
Ya te vas,
pero no entiendo
-pañuelo
blanco en tu mano-
que no es mi
amor sevillano
el que se
está despidiendo.
Tu pañuelito
moviendo
Señora, te
echas a andar.
Y yo me
pongo a buscar
razones para
llorarte,
pero tengo
que dejarte
que vuelvas
a caminar.
¡A esta es!
Y te levantas...
y al
levantarte, la brisa
desprende
del techo palio
las
plegarias y los vivas,
y pétalos de
los Mora,
y dulzuras
cristalinas,
evaporadas
del agua
del río
cuando te ibas...
Y te vas...y
no hay quien pueda
seguirte,
alcanzar tu vuelo,
y te alejas,
y tu manto
me va
diciendo: “Te espero”...
Y te pierdo
al revirar
la esquina y
así, al momento
recupera su
rutina
y el mundo
es mundo de nuevo.
Yo me
quedaré esperando
ver que la
Esperanza ha vuelto,
y ha
detenido su palio
junto a mí
como lo sueño.
Veré a la
Asunción Gloriosa
como en la
gloria la espero.
Yo veré el
cielo y la tierra
unidas por
Ella en medio.
Una escalera
su palio
para subir a
lo eterno.
¡La
Esperanza de Triana
con los zancos en el suelo!
Francisco Javier Segura Márquez - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2013.
En el
Domingo de Ramos
toda la ciudad la espera
para estrenar primavera
en la palma de sus manos.
¿Por qué razón sevillanos
alma y vida están de fiesta?
¿Qué dulce emoción es ésta
que un tibio temblor delata?
Es la pena azul y plata
de la Virgen de la HINIESTA.
Es verdad lo de esta espera
de la ciudad, yo lo siento
pues el mismo Ayuntamiento
por patrona te tuviera.
Allí donde aparecieras
obrase tal maravilla
Virgen guapa y sin mancilla
bendita fue aquella hora
cuando orgullosa, Señora
dijiste ¡Soy de Sevilla!
toda la ciudad la espera
para estrenar primavera
en la palma de sus manos.
¿Por qué razón sevillanos
alma y vida están de fiesta?
¿Qué dulce emoción es ésta
que un tibio temblor delata?
Es la pena azul y plata
de la Virgen de la HINIESTA.
Es verdad lo de esta espera
de la ciudad, yo lo siento
pues el mismo Ayuntamiento
por patrona te tuviera.
Allí donde aparecieras
obrase tal maravilla
Virgen guapa y sin mancilla
bendita fue aquella hora
cuando orgullosa, Señora
dijiste ¡Soy de Sevilla!
Ignacio José Pérez Franco - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2012.
Uno quisiera
llorar
las lágrimas no salen.
Es lo que le pasa a Ella
del Jueves Santo en la tarde,
cuando está en la Magdalena
o se asoma por Velázquez.
Sí, ya sé que Patrocinio
o que Aurora cuando salen
no saben llorar y esconden
el llanto entre los varales.
Pero a la que está a los pies
de la Sangre de su Sangre
en el descenso más trágico
que uno puede imaginarse,
se le han secado las fuentes,
se le han ido los caudales
de las corrientes secretas
que dan a los ríos su cauce.
¿Y por qué lloran los hombres
si no hace falta a los mares?
¿Y por qué llora Jesús
si no es débil ni cobarde?
Lo pregunto en San Esteban
pero ninguno lo sabe,
porque del llanto del Hijo
tiene la respuesta el Padre.
(...)
las lágrimas no salen.
Es lo que le pasa a Ella
del Jueves Santo en la tarde,
cuando está en la Magdalena
o se asoma por Velázquez.
Sí, ya sé que Patrocinio
o que Aurora cuando salen
no saben llorar y esconden
el llanto entre los varales.
Pero a la que está a los pies
de la Sangre de su Sangre
en el descenso más trágico
que uno puede imaginarse,
se le han secado las fuentes,
se le han ido los caudales
de las corrientes secretas
que dan a los ríos su cauce.
¿Y por qué lloran los hombres
si no hace falta a los mares?
¿Y por qué llora Jesús
si no es débil ni cobarde?
Lo pregunto en San Esteban
pero ninguno lo sabe,
porque del llanto del Hijo
tiene la respuesta el Padre.
(...)
Joaquín Caro Romero - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2000.
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