He de rezarte una Salve y no sé el
modo
capaz de poner a tus plantas tanta
vida
como corre por mi sangre agradecida,
caudal de amor que en tu vientre
desemboco.
Sentir tu barrio soñando cada
esquina
en la inmensa primavera de tu
rostro,
y cruzando mi mirada con tus ojos
volver de nuevo a aquella tarde
herida:
peso de ángel tu ser sobre mis
hombros,
peso frágil de nido y niña tu
barbilla.
Tengo que rezarte una Salve y no sé
cómo,
queriendo a tu memoria rescatarle
la huella más remota, los más viejos
rescoldos
de mi historia y mi raiz sobre tus
calles.
Y te hallo atenta, amor, cuando te
imploro,
a ese ayer de mi gente en tu
paisaje.
Porque mejor que una salve... es una
nana,
pues te encuentro en el origen de mi
gozo,
en mi antiguo parentesco con Santa
Ana,
en la madre a la que rezan mis
piropos,
en el aire que lleva tu nombre:
Esperanza
y en la cuna de donde venimos:
Triana
Francisco J. Vázquez Perea - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2003.
No sé con qué está más guapa
la Esperanza Macarena,
si con el
manto granate,
el de malla
o el de hebrea,
el negro o
el de tisú,
el blanco,
el verde botella
o el que en
terciopelo verde
bordara
Esperanza Elena
para aquel
glorioso mayo
de
coronación y fiesta.
No sé con
qué está más guapa
la Esperanza
Macarena,
si con saya
de volantes
o saya azul
de princesa,
o saya de
eucaristía,
o saya como
bandera
hecha con
tela de novia
y taleguilla
torera.
Con medallas
y rosarios
el cristal y
el mármol sueñan
con latines
en el coro,
incensarios
y navetas.
El alfiler y
el espejo
y el peine
con que se peina
se están
preguntando siempre
cómo está
más guapa Ella:
si en el
camarín mirando
al que la
mira y le reza,
o entre la
jardinería
de su paso
en primavera,
o bajando a
recibirnos
en el
besamanos puesta.
No sé cómo
está más guapa
la Esperanza
Macarena,
si un sábado
por la tarde
o un domingo
de cuaresma,
si en la
Madrugada grande
por la calle
Anchalaferia
con fajín de
general
aunque no estuvo
en la guerra,
o cuando
suena la Salve
en la
Basílica llena.
Se va un
siglo y viene otro,
pero Ella
siempre se queda.
Y nosotros
preguntando
con qué está
más guapa Ella.
Y nadie sabe
decirlo,
ni
aproximarse siquiera
al concepto,
a la medida,
al gusto y
al teorema,
que todo lo
que se pone
lleva su
hermosura impresa.
Y vuelve
loca a Sevilla
y con
Sevilla, al planeta,
que la
locura a su lado
es locura
sin fronteras
y sabe que a
la Esperanza
no hay nadie
que no la quiera.
Se va un
siglo y viene otro,
pero Ella
siempre se queda.
Y nosotros
preguntando
y soñando
con la Reina
Madre de los
macarenos
un sueño de
madreperla,
un sueño de
guardabrisa,
de
entrevarales y cera;
un sueño de
amor y gloria,
un sueño de
cielo y tierra,
un sueño de
Madrugada
cogido a la
manigueta,
un sueño de
avemaría
dentro de la
parihuela.
Sé que si la
sueño yo
es porque
todos la sueñan,
como la soñó
José
camino de
Talavera,
como Muñoz y
Pabón,
como
Rodríguez Ojeda
o Inmaculada
Rodríguez,
que le puso
en la cabeza
todo el oro
de los ángeles
que Sor
Ángela fundiera.
Se va un
siglo y viene otro,
pero Ella
siempre se queda,
que alumbró
hace dos mil años
al Señor de
la Sentencia
y parece que
fue ayer
el parto de
la azucena.
Y ya en el
año 2000,
con dos mil
locuras nuevas,
que la
lengua no se cansa
de pregonar
su belleza,
sigo
diciendo lo mismo,
lo que otros
antes dijeran
y lo que
dirán también
los que
mañana la vean:
¡No sé cómo
está más guapa
la Esperanza Macarena!.
Joaquín Caro Romero - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2000.
Te vi llorar
Madre mía
pero tu
llanto no era
el de cada
primavera.
¡Tú llorabas
de alegría!
y al pasear
aquel día
entre la
gente sencilla
un rubor en
tus mejillas
los piropos
dibujaron.
Los jóvenes
se asombraron
¡Como te
quiere Sevilla!
Te quiere
con bambalinas
con tu manto
y tu corona
y con la
cera que aroma
tu mirada
cristalina.
Que tu
carita divina
no es de
gozo, que es de llanto
te quiere un
Miércoles Santo
con la
gracia que destilas
cuando sales
desde Orfila
bajo el
cielo de tu palio.
Ignacio José Pérez Franco - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2012.
Yo vengo a
decirte, Estrella,
lo que
decirte esperaba,
cuando
ayudaba a vestirte,
cuando a tu
altar te llevaran.
Deja que te
diga Reina,
¡Emperatriz
Soberana!
¡Dueña del
Cielo y la Tierra!
¡Dolorida
Adelantada!,
¡Lo más
parecido al cielo
que en el
mundo se encontrara!
Déjame
decirte sombra
del ficus
que te abrazaba
al salir de
San Jacinto.
¡Valiente
siempre y galana!
Déjame
decirte río,
Guadalquivir
de agua clara,
corriente
que vuelve siempre
sin Sanlúcar
ni Bonanza,
caudal que
nunca termina
de bendición
por tu causa.
Déjame
decirte Estrella,
déjame
decirte lámpara,
que arde con
el aceite
que saco de
la almazara
de moler mi
corazón
con la
intención de que salga
siempre
limpia para ti
la oración y
la plegaria.
Francisco Javier Segura Márquez - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2013.
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