"Siempre se me asentó a mí, dijo Monipodio, que este Lobillo había de ser único en su arte, porque tiene las mejores y más acomodadas manos para ello que se pueden desear; que para ser uno buen oficial en su oficio, tanto ha menester los buenos instrumentos con que le ejercita como el ingenio con que le aprende.
También topé -dijo el viejo- en una casa
de posadas, en la calle de Tintores, al Judío, en hábito
de clérigo, que se ha ido a posar allí por tener noticia
que dos peruleros viven en la misma casa, y querría ver si pudiese
trabar juego con ellos, aunque fuese de poca cantidad, que de allí
podría venir a mucha. Dice también que el domingo no faltará
de la junta y dará cuenta de su persona".
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