"¿Qué te diría,
Cipión hermano, de lo que vi en aquel Matadero y de las cosas exorbitantes
que en él pasan? Primero, has de presuponer que todos cuantos en
él trabajan, desde el menor hasta el mayor, es gente ancha de conciencia,
desalmada, sin temer al Rey ni a su justicia; los más, amancebados;
son aves de rapiña carniceras: mantiénense ellos y sus amigas
de lo que hurtan. Todas las mañanas que son días de carne,
antes que amanezca, están en el Matadero gran cantidad de mujercillas
y muchachos, todos con talegas, que, viniendo vacías, vuelven llenas
de pedazos de carne, y las criadas con criadillas y lomos medio enteros.
(...) Pero ninguna cosa me admiraba más ni me parecía peor que
el ver que estos jiferos con la misma facilidad matan a un hombre que a
una vaca; por quítame allá esa paja, a dos por tres meten
un cuchillo de cachas amarillas por la barriga de una persona, como si
acocotasen un toro. Por maravilla se pasa día sin pendencias y sin
heridas, y a veces sin muertes; todos se pican de valientes, y aun tienen
sus puntas de rufianes; no hay ninguno que no tenga su ángel de
guarda en la plaza de San Francisco, granjeado con lomos y lenguas de vaca.
Finalmente, oí decir a un hombre discreto que tres cosas tenía
el Rey por ganar en Sevilla: la calle de la Caza, la Costanilla y
el Matadero."
Este Matadero que se nombra fue construido en 1489. Y, hablando de carne, no podía ser otro el lugar que junto a la Puerta de la Carne. El azulejo se encuentra en la fachada del antiguo cuartel de Intendencia, hoy Diputación Provincial de Sevilla.
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